Introducción: El espejo deformado de la Justicia

La representación del sistema judicial penal en la ficción española a menudo cae en clichés que no solo son inexactos, sino que dañan la imagen del abogado, especialmente del letrado de oficio.

Las series y películas sobre juicios son un género fascinante que atrapa al espectador, pero en el contexto español, a menudo nos enfrentamos a una representación del sistema de justicia penal que, lejos de educar o reflejar la realidad, la distorsiona profundamente. La ficción española, si bien ha mejorado en aspectos técnicos, persiste en cometer errores procesales graves y, lo que es peor, perpetúa un estereotipo negativo del abogado penalista, especialmente cuando ejerce en el Turno de Oficio.

Es hora de desmontar estos mitos y reivindicar nuestra labor profesional.

 

Errores frecuentes

La inmediatez del drama cinematográfico sacrifica a menudo la precisión legal. Hay errores recurrentes que en el mundo real invalidarían un proceso:

  • Detenciones de película: Es habitual ver detenciones que culminan en un interrogatorio inmediato en comisaría sin la presencia del abogado, o con una asistencia letrada meramente testimonial. La realidad del artículo 520 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim) y la jurisprudencia del Tribunal Constitucional exigen una asistencia letrada efectiva y con conocimiento de las actuaciones.
  • La prueba sorpresa y el juicio: En la ficción, el abogado defensor o fiscal saca un testigo o una prueba «de la manga» en medio de la vista oral, cambiando el curso del juicio en un giro dramático. En la realidad, el principio de preclusión y la necesidad de practicar la prueba con antelación, proponerla en el escrito de defensa y acusación o al inicio del acto de juicio oral, limitan drásticamente estas sorpresas. El juicio es la culminación de un trabajo preparatorio exhaustivo, no una improvisación sorpresiva.
  • El abuso de la práctica estadounidense: Se importan costumbres procesales que no existen en nuestro modelo inquisitivo/acusatorio, como los contrainterrogatorios teatrales o la constante objeción («¡Protesto!»), que son ajenos a la dinámica de las Audiencias Provinciales o los Juzgados de lo Penal españoles, salvo contadas excepciones.

 

El Mito del Abogado de Oficio como ‘mal profesional’

Quizás el error más dañino en la representación es la denigración de la figura del abogado adscrito al Turno de Oficio. En la ficción, este profesional es a menudo retratado como:

  • Desmotivado o incompetente: Se le muestra como un letrado cansado, que llega tarde, que no conoce el expediente, o que automáticamente presiona al detenido para que pacte la culpabilidad.
  • Fácil de intimidar: Los fiscales o jueces de ficción a menudo lo ignoran o lo tratan con desdén, minimizando su papel.
  • Aspecto desaliñado, sucio y triste: Con esto se pretende contrastar al abogado de oficio (el «perdedor») con el abogado particular (el «héroe» o el «villano glamuroso»). Nada más lejos de la realidad.

Esta imagen no solo es injusta, sino que es totalmente falsa. La abogacía de oficio en España es un servicio fundamental para el Estado de Derecho:

  • Profesionalismo y especialización: Los abogados adscritos al Turno de Oficio son profesionales colegiados que deben superar requisitos de formación y, a menudo, están altamente especializados en la materia penal. 
  • Igualdad de armas: Su trabajo garantiza el derecho fundamental a la defensa. El letrado de oficio ejerce con la misma diligencia, rigor y conocimiento que un abogado particular. Su motivación es la de cualquier profesional: garantizar el debido proceso para su cliente, independientemente de su capacidad económica.
  • La reivindicación necesaria: El retrato simplista de la ficción ignora el tremendo esfuerzo, la carga de trabajo y el compromiso social de miles de abogados que trabajan, muchas veces con remuneraciones insuficientes y retrasadas, para asegurar que la justicia sea accesible para todos.

 

Conclusión: Justicia, Ficción y Responsabilidad

Es comprensible que el drama judicial necesite simplificar procedimientos y elevar la tensión para el entretenimiento. Sin embargo, cuando la ficción española ignora de manera tan sistemática la realidad procesal y, peor aún, desprestigia la figura del abogado de oficio, no solo comete un error legal, sino que incurre en una irresponsabilidad social.

La próxima vez que vea una serie o película judicial, recuerde que el verdadero drama no está en el arrebato del abogado estrella, sino en el rigor silencioso y la diligencia con la que miles de letrados trabajan día a día, a menudo desde el Turno de Oficio, para garantizar que la justicia no sea solo un ideal, sino un derecho efectivo.

 

Publicado en lawandtrends: Los Errores y Mitos del Abogado Penalista y el Turno de Oficio en la Ficción Española | Abogacía | LawAndTrends

 

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